
Asistí a una interesante presentación de Marc Millian de ESADECREAPOLIS en Acció, la agencia para la competitividad de la empresa de la Generalitat de Catalunya. Trataba sobre Corporate Venturing, de cómo las grandes empresas utilizan la colaboración o incluso compra de startups para obtener los frutos de innovación que necesitan para su subsistencia en los mercados.
Es evidente que estamos en unos momentos marcados por unas tendencias que serán el funcionamiento habitual en las próximas décadas. Tendencias que imponen una presión continua y constante por innovar con ciclos de vida de producto cada vez más cortos y una evolución tecnológica que viaja una endiablada velocidad; ello desemboca en que la disrupción sea la nueva normalidad y la ventaja competitiva que puede librar a las empresas de su muerte o su ostracismo en un entorno en el que cada vez las empresas tienen una esperanza de vida menor.
Las respuestas a estos retos no pueden venir desde dentro de las propias empresas a través de sus departamentos de I+D y no solo por razones de estar centrados en el core business cuando el alcance del conocimiento necesario para innovar es ingente y afecta a todos los ámbitos, ni porque su velocidad sea menor a la de las tendencias, ni por los largos periodos de retorno financiero en la amortización de esas inversiones…. Los ejemplos que se ponían de las grandes innovaciones como AIRBNB, KANTOX o UBER ponen de manifiesto que la mayor disrupción se produce cuando alguien lleva tiempo asentado en una posición de dominancia, obteniendo unos enormes
márgenes, escandalosos en orden de magnitud para el valor que aportan sus productos y servicios. Cuando esa situación se da y alguien con el descaro y la impertinencia necesaria para enfrentarse y cuestionarse el status quo encuentra una vía alternativa, es cuando se produce una innovación disruptiva que pone en jaque a toda una forma clásica de mercado.
La acertada tesis de Marc Millian es que las grandes corporaciones no pueden olvidar pues a las startups porque inexorablemente les pasarán,
no sabrán si será por la izquierda, por la derecha, por arriba o por atrás, pero seguro que les pasarán y así están evolucionando el Corporate Venture Capital. Antes la idea era conseguir un retorno financiero al tiempo que se monitoriza e influencia en las tecnologías, cuando no se tenía una agenda oculta de poner freno a un desarrollo no deseado. Ahora las motivaciones estriban en suplir la necesidad de tantos campos de I+D como son necesarios en todas las tecnologías diversas y con un alcance globalizado. Y por eso la creciente aparición de incubadoras y aceleradoras de startups en el seno o vinculadas a grandes corporaciones
generando no sé, si solo un ecosistema de ayuda y colaboración, o una red de la que no se escape el conocimiento que pueda poner en jaque sus consolidadas posiciones de negocio.
Con el tiempo el factor limitante para este tipo de procesos serán las “buenas startups” como bien decía Marc Millian. Atraer y retener este mejor talento será la clave para garantizar la provisión de innovaciones necesarias. Lo que pasa es que el nuevo talento viene de la mano de los millennials y ellos vienen con un set de valores distinto, que les aporta un concepto distinto de la felicidad y del compromiso y si no se entiende no van a poder retener a los más talentosos.
Así pues no será tan solo necesario ofrecer a las startups una visión clara y global y una potente propuesta de valor que incluya la satisfacción de sus necesidades de flexibilidad y reconocimiento que no solo promoción. Será preciso que el binomio comportamiento y coherencia esté bien resuelto y que realmente se dé un trasfondo de querer resolver (o cuanto menos colaborar en resolver), desde la aportación de la empresa o negocio, los grandes retos que como sociedad tenemos.
No entenderán que sus modelos disruptivos sirvan para mantener las cuotas de inequidad o los privilegios de unos pocos, poniéndolas al servicio de corporaciones que dicen y hacen cosas contrarías y opuestas . O no entenderán que los residuos sean tratados tan solo como desecho y no como riqueza, forzando su reutilización desde el mismo inicio del diseño productivo con un criterio circular. Por citar un par de ejemplos tangibles de las dificultades culturales que esos procesos de captación van a representar.
Y esto será mucho más importante porque lo que hoy se reclama es innovación y no invención. Como bien explica Elies Campo, Angel Investor y ex Whatsapp. Aunque sean hasta sinónimos en muchos idiomas, no son lo mismo y tratarlos como tales hacen incurrir en una pérdida de matices que resultan esenciales para entender los procesos actuales. Mientras que la invención es por lo general conseguir algo completamente nuevo, la innovación es por lo general una modificación que produce cambios en las conductas o interacciones.
Así pues, sin un claro comportamiento de las corporaciones ético y responsable, que con evidencias tangibles descanse en políticas compartidas y lideradas de abajo a arriba y de arriba debajo de las organizaciones, no será posible generar el espacio de atracción y retención del mejor talento necesario para resolver las acuciantes necesidades de innovación. Por lo que si quieres ser innovador has de empezar por ser totalmente ético, responsable y sostenible.
xemagil
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