
El filósofo Roman Krznaric , reconocido pensador que habla frecuentemente de empatía y cambio social, tuvo la genial idea de organizar un Museo de la Empatía (ver video) a partir de la conocida idea “ponerse en los zapatos de otro”. Literalmente. Los visitantes pueden ponerse los zapatos de otra persona – de muchas personas totalmente distintas unas de otras – para caminar con ellos durante una milla. El paseo se acompaña de explicaciones que ayudan a comprender la vida del propietario de los zapatos. La noticia está en buendiario.com (@buendiario).
Me ha parecido una forma excelente de explicar la empatía. Y teniendo en cuenta que Krznaric también habla a menudo del futuro del trabajo, te propongo que pensemos juntos cómo se podría trasladar la idea del Museo de la Empatía a la vida de una organización.
Sabemos que en numerosas empresas existe un programa de “Empleado Sombra”, que con éste u otro nombre pretende que los nuevos empleados conozcan el contenido de un puesto de trabajo mediante la observación de las tareas que realiza un ocupante experto. También existen variantes pensadas para las personas que han de ocupar un puesto de responsabilidad, y en este caso se trata de que la persona en cuestión pueda vivir “en vivo y en directo” el día a día que se desarrolla en diferentes puestos de trabajo (generalmente en puestos de front-office para poder captar de primera mano las experiencias de los clientes).
Son buenas ideas que ayudan a comprender qué se tiene que hacer. Es decir, este tipo de programas están centrados en los resultados que se han conseguir.
Aplicando la idea de Krznaric podríamos dar un paso más (y nunca mejor dicho). Podríamos caminar una milla más en lo relativo a quién lo tiene que hacer. Uniendo el qué con el quién podríamos conseguir una aproximación más completa, profunda y real del conjunto de comportamientos y emociones inherentes que acompañan a la realización de un trabajo cualquiera.
Ello exigiría una representación escénica en la que tendrían que intervenir los diferentes actores que se mueven en el Ecosistema Interno, puesto que entre todos generan un conjunto de emociones entrecruzadas que afectan necesariamente a los comportamientos de las personas involucradas en el trabajo. Algo realmente difícil.
Lo que sí es factible, y de hecho todos lo hemos visto en congresos de ventas, reuniones anuales de departamento, etc., es contar con un mimo que vaya poniendo de manifiesto las emociones de las personas que en un momento determinado están representando una escena habitual en su contexto profesional.
Podría adaptarse esta idea para las diferentes situaciones de “Bienvenida”, ya sea un nuevo ingreso en la organización, un traslado, nuevas funciones…
¿Por qué no incorporar en ciertas ocasiones a un mimo profesional como formador de formadores? Es una forma:
• rápida y efectiva de poner de manifiesto qué emociones se mueven y cómo influyen en los comportamientos ante una situación dada;
• de dar carta de naturaleza a la gestión de las emociones en un contexto profesional;
• de que los directivos y responsables comprendan cómo se comportan y qué repercusiones tienen sus comportamientos en las personas del equipo;
• de interiorizar que no se puede separar en compartimentos estancos el trabajo y las emociones que provoca;
• de asumir que quienes están inmersos en un proceso (sean empleados, clientes, proveedores..) tienen emociones que afectan a los resultados del proceso;
• de revisar las anticuadas descripciones de puestos de trabajo (que todavía, ay, están vigentes en muchas empresas) para adecuarlas a una situación mucho más viva, cambiante e incierta como es la sociedad actual.
Así pues, un mimo profesional podría ayudar a representar las situaciones más frecuentes que se pueden prever ante una situación dada para plasmarlas en los oportunos soportes didácticos con los propios empleados como protagonistas: videos, imágenes diversas, comics, catálogos, podcast, etc. que ayudaran a empleados y responsables a “ponerse en los zapatos de otro” … formando con todo este material un “Museo de la Empatía” o lugar al que se acude para divertirse y comprender la complejidad de la vida, un museo que además sería actualizable cada cierto tiempo para incorporar nuevas situaciones relevantes.
De esta forma, el Ecosistema Interno tendría una poderosa herramienta para gestionar las emociones y darles el protagonismo que les corresponde en la consecución de los objetivos corporativos.
¿Te animas a pensar en la posibilidad de montar un Museo de la Empatía en tu organización?
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2 Comments
Me ha gustado muchísimo tu artículo “Cómo sería Tu Museo de la Empatía”, fabuloso…qué prodigioso cerebro…y corazón !
Muchísimas gracias por tus generosas palabras y por tu interés, Marta. Es un placer saber que nos sigues 🙂