
Parece ser que poco a poco van convergiendo dos nuevas realidades: cada vez menos puestos de trabajo y una mentalidad menos economicista.
El co-fundador de Google, Larry Page, es una de esas personas que se basan en sus conocimientos tecnológicos para hacer predicciones sobre el futuro del mundo laboral. Entre otras cosas, considera que una consecuencia del apabullante poder de la tecnología y del aterrizaje masivo de robots capaces de cubrir los puestos que ahora desempeñan personas de carne y hueso será la generalización de los trabajos a media jornada. Ante esta situación, Page considera que reducir las horas que dedicamos al trabajo sería una solución idónea que evitaría despidos masivos, facilitaría la conciliación, disminuiría el desempleo e incrementaría el número de personas que cuentan con algún tipo de ingreso (eso sí, no habla de los cambios que se producirían en las nóminas de los trabajadores). (Artículo de Expansión).
No es la primera vez alguien reflexiona sobre el particular, y de hecho ya hace tiempo que el empleo es cada vez más precario: los países nórdicos hace tiempo que tienen legalmente aceptado el “puesto de trabajo compartido”, en Alemania es muy común hablar de minijobs, en España es habitual en el sector de la restauración rápida contratar a personas jóvenes y / o mujeres mayores para unas pocas horas semanales… de una forma u otra, parece seguro que en un futuro próximo será cada vez más difícil que las personas dispongan de un puesto de trabajo tradicional, al estilo del siglo pasado.
Es evidente que estas nuevas formas de empleo, y las futuras que se avecinan, suponen una amenaza para la seguridad y el bienestar económico de las personas que desearían moverse en un entorno de trabajo “tradicional”. También pueden tener algunas ventajas, tal como apunta Larry Page, pero en esta oportunidad vamos a echar un vistazo a cómo lo vive (o lo puede vivir) la persona implicada, y qué puede hacer la empresa para mejorar en lo posible una situación a priori perturbadora.
Está terminando una etapa de nuestra civilización en la que se prima el éxito económico por encima de todas las cosas, donde el trabajo es prácticamente la única forma de conseguir los miles y miles de objetos deseables que la sociedad pone a nuestro alcance. Una persona exitosa es quien ha alcanzado un estatus que le permite disponer de casas, vehículos, viajes, joyas y un largo etcétera que necesita para demostrar en su entorno social hasta dónde ha conseguido llegar. Y, con las adaptaciones que queramos a cada realidad, esto ocurre en todas las capas sociales.
Afortunadamente, poco a poco va calando la idea de que es mejor “disfrutar de” que “tener”: muchas personas jóvenes están cada vez más concienciadas de que no es preciso comprar un piso, un coche o cualquier otro bien para poder disfrutarlos. Bien es cierto que su capacidad económica, en general, no les permite ciertos dispendios, pero este cambio de mentalidad está produciéndose de forma cada vez más palpable.
El binomio “no necesito comprar tantas cosas” + “no puedo conseguir mucho dinero” puede vivirse como una drama o como una oportunidad para diseñar una nueva cultura.
Parece ser que poco a poco van convergiendo dos nuevas realidades: cada vez menos puestos de trabajo y una mentalidad menos economicista.
La empresa puede ser un agente social muy activo en este proceso de cambio social. Si ya ha asumido que la oferta de puestos de trabajo será escasa en la nueva sociedad, puede incorporar en su estrategia corporativa planes de acompañamiento para sus empleados que les ayuden a transitar a un nuevo modelo vivencial.
Tanto para los empleados actuales como para los futuros, la empresa puede diseñar diferentes proyectos para poner de relieve que existe la vida fuera del trabajo: los viajes compartiendo vehículos, el cohousing, el uso de objetos libres de obsolescencia programada, el reciclaje sistematizado, manualidades diversas, aprendizaje informal a lo largo de la vida, fomentar los huertos urbanos y otras actividades que proporcionen entretenimiento y ahorro … y tantos otros proyectos que están comenzando a implantarse junto con otros que irán apareciendo a medida que la plantilla de la empresa vaya interiorizando las sucesivas nuevas realidades.
De esta forma, la empresa estará cooperando activamente para conseguir entre todos un mundo mejor: un mundo en el que las personas puedan alcanzar un grado aceptable de felicidad porque hayan comprendido que la vida no es solo trabajo y dinero, y que el nivel de necesidades se puede modelar en gran parte realizando actividades de esparcimiento que contribuyan a mejorar la calidad de vida, las interrelaciones y el cuidado del planeta. Todo un ejercicio de responsabilidad social por parte de la empresa.
Así que nuestro consejo para la empresa es: no favorezcas que tus empleados se centren en conseguir más y más cosas, ayúdales a centrarse en mejorar de otros modos su calidad de vida.
Edita Olaizola
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2 Comments
Un excelente artículo, altamente recomrndable
Muchas gracias por tu interés y tu comentario, Jordi 🙂